viernes, 11 de mayo de 2012

HISTORIAS DE CIÉNAGA

Historia de cienaga



CIÉNAGA VIEJA
Ciénaga es una de aquellas ciudades que nos evoca el pasado, es una ciudad cálida y plena de valores históricos, arquitectónicos, urbanos, ambientales y sociales, que debe ser conocida y por supuesto visitada.



Aunque respecto a su fundación difieren los historiadores, existe la versión que aparece en la Geografía ilustrada de Noguera Rizzoli, de que fue fundada en 1521 por Rodrigo deBastidas. Algunos historiadores coinciden en que en 1538 se le catequizó con el nombre de “Pueblo de la Ciénaga de Santa Marta”, otros escriben que en 1535 fue llamada “Aldea Grande” y otros conocedores también de la historia, dicen que esta población no tuvo fundación oficial.
Lo cierto es que Ciénaga existe antes del descubrimiento de América y era una aldea aborigen cuando fue catequizada por fray Tomás Ortiz en 1529, quien la describe así: “A ocho leguas de Santa Marta está una población muy grande, un valle entre serranías donde puede haber 4.000 o 5.000 bohíos. Este viejo pueblo de la Ciénaga se formó frente al mar Caribe cerca de la Laguna Grande (Ciénaga Grande de Santa Marta) “Ubicado en las proximidades de las fértiles desembocaduras de los ríos Córdoba y Toribio, y en un sector bordeado de montes fecundos. El litoral cienaguero habitado de atracción de los Indios Chimilas y más 
En las leyes 36 y 339 de 1876, expedidas por la Asamblea Legislativa del Estado Soberano del Magdalena
La vida jurídica de Ciénaga comienza a partir del 20 de septiembre de 1755, cuando una real providencia dictada por el señor gobernador Juan Toribio de Herrera Leyva, a petición del señor Antonio del Castillo, indio capitán del pueblo de la Ciénaga y por mandato de Don José Ezpeleta Paldeano Di Castillo y Pardo, Capitán General del Nuevo Reino de Granada y provincias adyacentes, Virrey, Gobernador, teniente general de los reales ejércitos, Presidente Pretorial y Cancillería Real de Santa Fe de Bogotá en el libro "Título ejecutorio a favor de las tierras de la Ciénaga", con lo cual los nativos adquirieron derecho para el fomento de la agricultura, ganadería y pesca, quedando solamente con la obligación de pagar el Real Tributario y Quinto Real de Su Majestad.
En las leyes 36 y 339 de 1876, expedidas por la Asamblea Legislativa del Estado Soberano del Magdalena (en la época de los Estados Unidos de Colombia), Ciénaga ya aparece como 
Distrito.

Masacre de las Bananera






La masacre de las Bananeras fue un episodio ocurrido en Colombia en el municipio de Ciénaga - Magdalena el 6 de diciembre de 1928 cuando un regimiento de las Fuerzas Armadas lombiecad abrió fuego contra un número indeterminado de manifestantes que protestaban por las pésimas condiciones de trabajo en la uneted Fruit Company
esta masacre dejo en la memoria de muchas personas una cantidad de muertos





Líderes de la huelga de los trabajadores en las plantaciones bananeras. De izquierda a derecha: Pedro M. del Río, Bernardino Guerrero, Raúl Eduardo Mahecha, Nicanor Serrano y Erasmo Coronel. Guerrero y Coronel fueron asesinados por el ejército colombiano.




masacre bananera en el año 1928

La huelga de ciénaga



Varias versiones afirman que la huelga transcurrió de forma pacífica, no obstante sí contaba con un nivel de organización y apoyo popular inédito. Los altos representantes de la bananera movieron sus influencias en el gobierno logrando que se trasladara un contingente de soldados, al mando del General Carlos Cortes Vargas.
Los 58 mil huelguistas tenían a su favor la simpatía de la población y del propio Alcalde, de los indígenas de la Sierra Nevada, de los comerciantes y algunos ganaderos que les enviaban reses para su manutención. Y algo inusitado, por lo contrario a las ideas generalizadas, fue el hecho de que muchos trabajadores norteamericanos se solidarizaron con ellos. Se sabe, también, que hubo deserciones individuales y de grupo en el primer tiempo de la huelga, en el que obreros y soldados confraternizaron, razón por la cual los militares tuvieron que reemplazar los contingentes y mantenerlos acuartelados.
El 15 de diciembre fue el día fijado para negociación de los 9 puntos del pliego de exigencias de los trabajadores. Se estima en 5000 los trabajadores que estaban en la plaza cuando fueron rodeados por unos 300 hombres armados. Contaban los sobrevivientes que después de un toque de corneta el propio Cortes Vargas dio la orden de fuego por 3 veces. Nunca se supo a ciencia cierta la cifra real de muertos. Las narraciones populares orales y los documentos escritos dan cifras de entre 800 a 4 mil asesinados, y agregan que los botaron al mar.
Según la versión oficial del gobierno colombiano del momento sólo fueron nueve. Otra versión es aquella contenida en los telegramas enviados el 7 de diciembre, un día después de la masacre, por el consulado de Estados Unidos en Santa Marta al Departamento de Estado de los Estados Unidos, donde inicialmente se informaba que fueron cerca de 50 los muertos. Más tarde en su comunicado del 29 de diciembre indicó que fueron entre 600 y 500, además de la muerte de uno de los militares. Por último en su comunicado del 16 de enero de 1929 indicó que el número excedía los 1.000. Según el consulado, la fuente de dichas cifras fue el representante de la United Fruit Company en Bogotá.
Aquel fue el “bautizo de fuego” de la clase trabajadora colombiana. Vinieron los Consejos de Guerra, posteriores asesinatos selectivos de otros líderes y cárceles para los dirigentes nacionales y locales.
El general Cortés Vargas, comandante de las fuerzas del Magdalena y quien dio la orden de disparar, argumentó posteriormente que lo había hecho, entre otros motivos, porque tenía información de que barcos estadounidenses estaban cerca a las costas colombianas listos a desembarcar tropas para defender al personal estadounidense y los intereses de la United Fruit Company, y que de no haber dado la orden, Estados Unidos habría invadido tierras colombianas (esto por la potestad que se les otorgaba a las fuerzas armadas de Estados Unidos a través del Corolario Roosevelt). Esta posición fue fuertemente criticada en el Senado, en especial por Jorge Eliécer Gaitán quien aseguraba que esas mismas balas debían haber sido utilizadas para detener al invasor extranjero.


El palacio de nuestro municipio



 el Palacio Municipal, de época republicana, el Templete diseñado por Eduardo Carpentier hijo del escritor Alejo Carpentier, una obra inspirada en los templos romanos, y la Iglesia de San Juan Bautista, construcción española de 3 naves con columnas y arcos romanos. Se encuentran también las estaciones del Ferrocarril Neerlandia, Ciénaga y Papares, pertenecientes al Conjunto Patrimonial de Orden Nacional de las Estaciones de Pasajeros del Ferrocarril en Colombia, declaradas Monumento Nacional en 1996.
La consolidación del comercio gracias a la navegación a vapor por el río Magdalena, la línea férrea tendida entre Ciénaga y Santa Marta, y el afianzamiento de la industria bananera con el establecimiento de la United Fruit Company en la región a finales del siglo XIX, hicieron que la imagen colonial, sencilla y austera de la ciudad se modificara, transformando en pocos años el aspecto de viviendas y edificios públicos a partir del empleo de influencias Art Noveau, Modern Style y Liberty que recogían las ideas filosóficas del nuevo siglo, muy en boga en la Europa de la época. Dichos estilos se verían reflejados en la arquitectura Cienaguera de estos años y se mezclarían con elementos de la arquitectura caribeña.
El espacio público por excelencia es el Parque del Centenario, considerado patrimonio arquitectónico de la ciudad. Ciénaga cuenta además con un mar de temperatura y oleaje agradables, sin corrientes peligrosas y sin contaminación, con una fauna y flora muy variadas, y con todo tipo de aguas, climas, animales, frutas y paisajes. En el marco del Plan Nacional de Recuperación de Centros Históricos, la Dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura reprogramó para el año 2005 la elaboración de un Plan Especial de Protección para este municipio costero. Igualmente, se destinaron recursos para la elaboración de estudios técnicos, un proyecto de restauración integral y una serie de obras de reparación y mantenimiento para la Iglesia San Juan Bautista y el Palacio Municipal, con el fin de propiciar la recuperación, revitalización y sostenibilidad de este hermoso centro histórico del Caribe colombiano.


La casa del diablo


En el departamento del Magdalena, se encuentra ubicado el municipio de Cienaga, pueblo prospero de gran tradicion cultural pero tristemente celebre por la masacre ocurrida alli hace 80 años. Caminando por las calles de Cienaga, se pueden escuchar en conversaciones de esquina sobre eventos extraños y sobrenaturales, notándose el temor en la palabras y cierta credibilidad que rayan en el convencimiento de quienes escuchan estas historias. El caso mas famoso sobre el que se puede llegar a tener noticia es sobre "la casa del diablo", considerada patrimonio histórico del municipio, pero hasta el sol de hoy, acontecimientos oscuros se encuentran ligados a esas paredes. La casa era la propiedad de Manuel Varela, un atlanticense que llego a Cienaga en busca de fortuna y lo logro, dando esto inicio a una serie de cuentos inventandos por la gente, debido al poco tiempo en que Manuel Varela logro acumular una gran riqueza, corriendo el rumor de que alrededor de esa fortuna, existían pactos satanicos con demonios y duendes. Los rumores cogieron fuerza cuando comenzaron ha aparecer niños muertos en las aproximaciones de la finca, debido a esto los cienagueros comenzaron a cuidar mas a sus hijos para que ellos no hicieran parte de la cuota de sangre pendiente que le pedía el diablo a Varela por su inmensa fortuna

Ciudad costeña de ciénaga

 en este vídeo muestran lo que hoy en día es ciénaga una ciudad hermosa llena de muchas riqueza  en las cosas tropicales y turísticas que  tenemos este municipio nos ha bridado la  oportunidad de representarlas como cienagueros que somos, los estilos de arquitectura cuenta con un mar hermoso y fresco.  


Las fiestas del caimán cienaguero  





Las Fiestas del Caimán en Ciénaga Magdalena recuerda la leyenda de un caimán que se comió a “Tomadita”, la hija de un pescador, hace siglos, desde el año 2007 cuenta con nuevos ingredientes, Como son la toma de la ciudad, por más de 100 danzas y comparsas recorren sus principales calles y concursos de las categorías infantil, popular, profesional y empresarial. También participarán 12 delegaciones de otras ciudades del país.

Se exhiben por las calles de Ciénaga desfiles de danzas del caimán, con agrupaciones provenientes de diferentes lugares del país, presentación de orquestas y conjuntos vallenatos, conferencias y conversatorios sobre mitos y leyendas, muestras folclóricas, festivales gastronómicos y reinado popular.
Comidas Tipicas
Arroz de camarón, lisa y pescado, guineo cocido con queso, sancocho de chivo guisado, sancocho trifásico

La leyenda del caimán cienaguero



A finales del siglo XIX el Puerto Cachimbero estaba conformado por una estrecha hilera de añosas casas construidas de madera con techos de palma. Por un lado magullaban las inquietantes aguas del Mar Caribe y por el otro las apacibles del la Ciénaga Grande del Magdalena. Años antes, durante la gesta libertaria capitaneada por El Libertador Simón Bolívar había sido el renombrado Fuerte cachimbero, Un lugar de San José de Pueblo Viejo donde prorealistas intentaron en múltiples ocasiones atajar la impetuosa fuerza de los patriotas republicanos. Años después, el lugar fue el primer hidropuerto utilizado por los novedosos “pájaros de metal” agenciados por la firma alemana de aviación Scadta. El atávico nombre del lugar procede de un potente hedor a “cachimba” o tabaco de “calilla” que en todos los cuerpos se transpiraba. En Cachimbero habitaba una decena de familias de frondosas camadas dedicadas a la pesquería y la producción de sal de espuma.
Juan Miguel Bojato y Tomaza Carmela Ariza –Ana Carmela Urieles para algunos- tenían dos hijas que respondían a los nombres de Silvia Helena –Juanita para algunos- y Tomasita.

El hombre era un mulato de pétrea contextura. Diríamos que en eso todos eran del mismo porte, hombres broncíneos por sus genes que desconocían la presencia de los lípidos en sus carnes. Juan Miguel tenía los ojos rayados o zarcos y se le notaba en su boca la desaparición discontinua de marfil. Sus manos eran desmedidamente colosales y forzuda, producto del manejo acostumbrado del remo y la atarraya. Casi nunca usaba camisa y cuando se protegía del sol la reemplazaba por una franela rosada agujereada por el paso de los años.





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